El camino de Santiago en primera persona, y como profesional de la podología.
Tuve la gran suerte de hacer el camino de Santiago este verano, acompañado de mi compañera de viaje y mi gran amor, donde partimos desde Sarria ( últimas etapas del camino francés).
Caminamos unos 125 Km en 5 días y fue una experiencia inolvidable en todos los sentidos. Hoy no os hablaré de la parte más emocional o espiritual del viaje que por supuesto la tiene, si no que os hablaré como podólogo y de forma práctica y con el ánimo de ayudar, aportaré mis consejos para que una mala elección o decisión, no os arruine el camino en ningún momento.
Durante el camino, pude ver gente sufriendo y llorando por problemas en los pies, y la frustración que tenían algunos de tener que abandonar por dolor.
Para que esto no os ocurra, os daré alguna recomendación, que también os puede servir para otros retos que os planteéis.
Antes de nada, será clave escoger un calzado que estéis acostumbrados a llevar, que sea cómodo ( un número más siempre del que uséis habitualmente), y unos calcetines técnicos sin costuras de senderismo.
Antes de iniciar cualquier ruta que requiera cierto esfuerzo físico en cuanto a distancia caminando, seria bueno que vuestro podólogo de confianza, os visite para cortar las uñas y limpiar las callosidades si tenéis, e incluso haceros un estudio de la marcha por si fuera necesario tener que llevar unas plantillas que puedan ser vuestras aliadas en el camino.
El primer día cuando estaba preparándome, y antes de ponerme los calcetines, me puse vaselina en todo el pie para hidratarlo y os recomiendo según la distancia de la etapa que podáis repetir el ejercicio a medio camino para evitar posibles fricciones, otra aliada en el camino!
Al finalizar la primera etapa, y tras caminar 25 km, el baño de agua fría era garantía para activar la microcirculación periférica de mis piernas, y provocar una vasoconstricción para aliviar la pesadez en los pies.
El segundo día volvíamos a repetir lo mismo, pero empezó a salirme una vesícula o ampolla, aún y poniéndome la vaselina.
La ampolla es la fricción de las diferentes capas de la dermis, que pueden ser más profundas o más superficiales.
Para mi suerte era superficial y con un apósito tipo Compeed se solucionó.
Pero mi sorpresa fue que había personas que padecían vesículas más grandes y dolorosas, y que en algunos casos tenían afectación en prácticamente todos los dedos. Muchas de ellas se hacían la técnica del hilo, que es con una aguja y un hilo, pasar por dentro de la ampolla, cosa que favorece que el líquido que hay dentro drene hacia fuera, y por último, colocar un antiséptico y un apósito encima. Con una ampolla tenemos que actuar según el tamaño.
Si la ampolla es pequeña con un apósito tipo compeed es suficiente e incluso en una zona que este irritada, también. En el caso de que sea grande, puede ser que se reviente o no, por lo que hay que drenarla, colocar un antiséptico y un apósito encima y si ha reventado, realizar cura seca con algún antiséptico y apósito encima.
El tercer día, siendo la etapa más larga de 30 km, encontramos algunos peregrinos, con las temidas fascitis o tendinitis que ya salían a la luz, en estos casos, les hice un vendaje semicompresivo con esparadrapo para mitigar el dolor, acompañado con antiinflamotorio por vía oral.
El cuarto y quinto día, eran etapas más cortas y nuestra mente ya estaba pensando en la emoción que implicaría llegar a la plaza Obradoiro y ver la catedral, mientras se escuchaban las gaitas, nos pareció mágico y espectacular, no tengo palabras para describirlo, si lo habéis hecho sabéis a lo que me refiero…
Que me llevaría yo en el botiquín:
Una navaja multiuso ( siempre va bien llevarla, porque en algún momento la utilizaras), un paquete de gasas, un antiséptico, vaselina, esparadrapo, apósito ( tipo compeed o Second skin), analgésicos y antiinflamatorio por vía oral, aguja estéril.
Espero que os sirva de ayuda, y como decían los peregrinos BON CAMINO, nunca caminareis solos…